Nuestro Entrañable Cine Argentino – La Columna de Mónica Incorvaia

Los niños prodigio

por Mónica Silvia Incorvaia (*)

Entre los numerosos recursos que creó el cine hollywoodense para atraer a su público, la incorporación de niños prodigo fue un modo bastante utilizado y cuyo éxito mayor en el país del norte se dio a través de una enrulada rubiecita llamada Shirly Temple. 

La cinematografía argentina cuenta con varios de estos personajes, algunos de los cuales desaparecieron a medida que fueron creciendo y otros se quedaron sin llegar a constituirse en figuras estelares. 

Un caso muy destacado fue el de Andrés Poggio, conocido con el apodo de Toscanito, que brilló entre los años cuarenta y principios de los 50.  Se inició como protagonista en Pelota de Trapo realizada en 1948

Afiche del largometraje Pelota de Trapo del Director Leopoldo Torres Ríos

y culminó en 1954 con Misión extravagante. Quizá su película más destacada fue Con la música en el alma (1951) basada en una pieza teatral escrita por Homero Manzi. El destaque que posee esta película es la actuación del director de orquesta Francisco Canaro en una faz de actor desconocida. 

Adriana Bianco, más conocida como Adrianita, es hoy una periodista y escritora, miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, que se inició en el cine con La melodía perdida en 1952, que le valiera el premio de mejor actuación infantil, mención especial de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina. La niña del gato (1953) es la más reconocida de su labor, que culminó en 1966 con El ojo que espía, la cual recibió varios premios en el país. 

De origen venezolano, Néstor Zavarce se destacó en varias películas nacionales. Ya consagrado como “niño prodigio del cine venezolano”, sus películas más recordadas en la cinematografía argentina son Si muero antes de despertar (1951) y Armiño Negro (1953). Su carrera artística se volcó luego al canto. 

Quizás uno de los más conocidos en este rubro es Oscar Rovito, el Tarzanito del programa radial que hizo furor en los años cincuenta. En el cine debutó en El hijo del crack (1953) junto a Armando Bo y brilló junto a quien fuera años después su esposa, Bárbara Mugica, cuya trayectoria también se inició muy joven, en películas tales como Edad difícil (1956) y Demasiado jóvenes (1958). También se destaca en otros films como El cura Lorenzo (1954) y Sin familia (1958), entre los más destacados.  Incursionó en la televisión y continuó trabajando hasta los años 80, dedicándose luego a otras actividades relacionadas con el quehacer artístico. 

Conocida como “la Shirly Temple” argentina,

Retrato fotográfico de Diana Miriam Jones

, comenzó su breve actuación en 1952 haciendo de niño en La de los ojos color del tiempo y destacándose en la película Un novio para Laura, filmada en 1955. Tuvo un fugaz paso en televisión, dedicándose unos años después a su profesión de contadora. 

De todos los mencionados, el que mayor tiempo de actuación tuvo fue Juan Carlos Barbieri, quien comenzó con la película Éramos seis (1945) y Cuando en el cielo pasen lista, del mismo año, la cual narra la vida del maestro William Morris, encarnada por Narciso Ibáñez Menta. Fue protagonista de Corazón, basada en la conocida novela de Edmundo D’Amicis (1947). Actuó hasta 1966, radicándose luego en los Estados Unidos. 

Juan Ricardo Bertelegni, conocido como Semillita, es el más fecundo de este grupo en cuanto a su extensa carrera profesional a lo largo de 44 años de actuación. Filmó 63 películas, iniciando su actuación con 15 años en Melodías Porteñas (1937). Su porte menudo le sirvió para seguir haciendo “de niño” por muchos años más, como en el caso de Catita es una dama, filmada en 1956, junto a otra pequeña que no tuvo mayor trascendencia dentro de la escena argentina. 

Crónica de un niño solo (1965), es una de las películas más destacadas de Leonardo Favio. El niño que interpreta a “Polín” se llama Diego Puente, 

Diego Puente el niño que interpreta a “Polín” en el film Crónicas de un Niño Solo.

y tuvo su consagración con 11 años. Su carrera artística no fue muy destacada, ya que luego de este éxito actuó esporádicamente. Su pasión por el deporte hizo que abandonara la actuación y se dedicara a ser entrenador de rugby. 

Otro caso similar es el de Analía Castro, quien es la pequeña que constituye el eje de La historia oficial, primera película argentina ganadora del Oscar en 1985. Muy pocos datos hay al respecto de esta niña. Pero lo que resulta indiscutible es la importancia que ese personaje tuvo al ser la cara visible del robo de niños durante la última dictadura militar, una herida abierta en la historia argentina.

Muchos otros niños acompañaron a estrellas destacadas o formaron parte de historias que sin ellos hubiera sido imposible retratarlas. Una lista que da vida a nuestra extensa filmografía, afortunadamente…

 

 


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 (*) Mónica S. Incorvaia es docente universitaria, profesora titular en la Capacitación de Fotografía Documental (UBA-FFyL) que se dicta a su vez en el Instituto La Lumière, cómo también del curso On Line de Historia del Cine Argentino de La Lumiére y en la Universidad de Palermo en el área audiovisual .  

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