Nuestro Entrañable Cine Argentino – La Columna de Mónica Incorvaia

Detrás de las estrellas (Parte 2)

por Mónica Silvia Incorvaia (*)

Tal como decíamos en nuestra nota anterior, los actores de reparto iluminaron la pantalla –y aún hoy lo siguen haciendo-. Este rol surgió con el cine mismo: la historia debía de ser contada pero para ello los protagonistas necesitaban de quienes los secundaban para hacer más vívidas sus historias. Y acá vamos entonces con esta segunda parte sobre algunos de ellos…

Una jovencita de voz cálida y mirada inocente, fueron las características de Norma Giménez (1930-1957). Su prematura muerte, nunca esclarecida en su totalidad, frustró la carrera de quien con tan sólo 27 años se había ganado un lugar en el firmamento estelar. Pese a ello realizó 28 películas tales como Estrellita (1947), No abras nunca esa puerta (1952) –considerada su mejor actuación-, Requiebro (1955), Los torturados (1956). 

Retrato de la actriz Norma Giménez

Como padre o abuelo complaciente, Miguel Gómez Bao (1894-1961), no sólo se desempeñó como actor sino que también se destacó como periodista y guionista. Comenzó su actuación en el cine mudo, y con la aparición del sonoro, tuvo gran desempeño. De sus películas destacan La vida de Carlos Gardel (1938), Los chicos crecen (1942) –la versión original-, La pequeña señora de Pérez (1944), La señora de Pérez se divorcia (1945), Novio marido y amante (1951). 

En la faz de mucamo impecable, cumpliendo su rol con total severidad, Max Citelli (sin datos) descolló en muchas de las películas que le tocó interpretar, si bien también actuó en otros roles. Entre sus películas están La que no perdonó (1938), El mozo Nº 13 (1941), Las seis suegras de Barba Azul (1945), Vuelva el primero (1950), El mucamo de la niña (1951), Esposa último modelo (1951). Actuó en varias de las películas de Luis Sandrini, especialmente en la década de 1950. Destacándose en Mi esqueleto (1959), interpretando el papel por el que más se lo conoció. 

Severo Fernández (1898-1961), creó personajes que transitaron entre la timidez y el temor hacia el hecho que le tocaba vivir. Tanto actuó en el drama como en la comedia, con igual capacidad actoral. Como ejemplo de ello, tenemos Jettatore, (1938), Mi amor eres tú (1941), Una luz en la ventana (1942), Morir en su ley (1949), El honorable inquilino (1951). 

Con más de 45 películas en su haber Aurelia Ferrer (1880-1963), desempeñó con total histrionismo el papel tanto de mucama como de ama de compañía. Entre las películas en las que actuó se encuentran Las tres ratas (1946), Los árboles mueren de pie (1951), Esposa último modelo (1951), Cinco gallinas y el cielo (1957), La hermosa mentira (1958). 

En otro orden, y cumpliendo el rol de mucama o de “chinita”, como a ella le gustaba definirse, está Iris Portillo (1918 -¿?). Nacida en la provincia de Corrientes, su particular acento la hizo característica. De las películas realizadas podemos nombrar Lo que le pasó a Reynoso (1937), Joven viuda y estanciera (1941), El deseo (1944), El diablo andaba en los choclos (1946), Yo no elegí mi vida (1949). Para la época, uno de los papeles por la que se la recuerda es Camino del infierno (1946), donde hizo un desnudo como modelo de los escultores que protagonizaron Pedro López Lagar y Alberto Vila. 

Por su parte, Margarita Corona (1911-1983), representó papeles diversos y tuvo una destacada actuación en el campo de la política gremial de su época. Entre su filmografía están Pampa Bárbara (1945), La muerte camina en la lluvia (1948), Dock Sud (1953), Gente conmigo (1967). 

José de Angelis (1896-1967), fue un actor de voz aguardentosa que lo hizo característico, tanto así que recibió el nombre de “El ronco” en El amor nunca muere (1955) en el capítulo que protagonizó Tita Merello, a la que acompañó en Mercado de Abasto, en el papel de su hermano y como padre en Para vestir santos, ambas películas de (1955). También es recordado por films tales como Apenas un delincuente (1944), Alfonsina (1957), Sábado la noche, cine (1960). 

Y si de actrices de carácter se trata, el nombre de Alba Mujica (1916-1983) resulta inevitable. Hermana del gran director René Mugica, y madre de Bárbara Mugica, realizó interpretaciones memorables dentro del género dramático tales como Cita en las estrellas (1949), Para vestir santos (1955), donde acompaña de manera impecable a Tita Merello, Las furias (1960), considerada una de sus mejores interpretaciones, Cárcel de mujeres (1964), Fuego (1971), esta última secundando a Isabel Sarli y componiendo un tortuoso personaje. 

Pícara, compinche y enamorada, Pepita Muñoz (1899-1984), encarnó diversos personajes en las más de 40 películas donde intervino. Tanto en la comedia, quizá su faceta más característica, como en el drama supo componer memorables roles. De su filmografía, mencionamos Deshonra (1952), una muy fuerte interpretación, Sucedió en Buenos Aires (1954), Mercado de Abasto (1954) como amiga leal de Tita Merello, y La señora del intendente (1967) en el rol de una permisiva madre de Isabel Sarli. Actuó hasta fines de la década del 70. 

Con sus ojos saltones Jorge de la Riestra (1912-1988), secundó a grandes figuras de la pantalla y también supo componer personajes de manera inigualable. Tuvo destacada actuación en las telenovelas de los años 70 y 80. En cine mencionamos, entre otras películas, El grito sagrado (1954), Marta Ferrari (1956), Mi Buenos Aires querido (1959) sobresaliendo en el rol de borracho y padre de Alberto Argibay, Hombre de la esquina rosada (1962), Los muchachos de antes no usaban gomina (1969), remake de la anterior versión, y Papá corazón se quiere casar (1977).

Retrato del actor Argentino Vicente Rubino

Si bien afrontó la comedia, es el género dramático por el que más se recuerda a Miguel Ligero (1911-1989). Con una gran actuación tanto en teatro, como en cine –donde se inició en 1938- y televisión, destacamos de sus películas La vendedora de fantasías (1950), Rosaura a las diez (1958), La cigarra no es un bicho (1964), Castigo al traidor (1966). Tuvo una esporádica aparición personificando a Jacinto Benavente en Frutilla (1980). 

Y si de dilatadas actuaciones se trata, Vicente Rubino (1914-1990), ocupa un espacio más que meritorio en este espacio. Actor de teatro de comedias, televisión –donde se hizo popular en los años

60 y 70-, su extensa filmografía se inicia en 1942 y culmina en 1982. Por lo tanto, resulta difícil poder destacar alguna actuación en particular, ya que siempre brilló por su carisma y comicidad. A modo de ejemplo, mencionamos Mujeres que bailan (1949), La mejor del colegio (1953), Cleopatra era Cándida (1964), El profesor erótico (1976), Una viuda descocada (1980). 

Y así podríamos seguir por muchas notas más, pero la selección siempre es cruel porque omite nombres tan valiosos como los mencionados. Y si bien a muchos no se los conoce por sus nombres, sí se los recuerda por esos personajes que con gran talento supieron interpretar. Aplausos para ellos, por favor…

 

 


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BIO. 

(*) Mónica S. Incorvaia es docente universitaria. Profesora titular en la Capacitación de Fotografía Documental (UBA-FFyL) que se dicta a su vez en el La Lumière. Docente del curso On Line de Historia del Cine Argentino de La Lumiére. Y profesora en la Universidad de Palermo en el área audiovisual .  

 

 

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