Nuestro Entrañable Cine Argentino – La Columna de Mónica Incorvaia

Llamen al doctor…!!!

por Mónica Silvia Incorvaia (*)

De todas las profesiones conocidas, es quizá la de médico a la que el cine nacional le dedicó más espacio. A modo de homenaje, en tono de comedia, con rasgos dramáticos, el médico estuvo presente a través de distintos artistas que supieron componer míticos personajes que pasaron por las pantallas e hicieron llorar, reír o emocionar a su fiel público. En esta nota evocamos a algunas de las películas que tomaron este tema tan sensible a la idiosincrasia argentina.

Cómo no recordar al Dr. Carlos Cupido Pérez, personificado por Juan Carlos Thorry, a quien acompañó una blonda Mirta Legrand en la saga de las comedias románticas La pequeña señora de Pérez, (1944) y La señora de Pérez se divorcia. Junto a Felisa Mary (ya mencionada en una nota anterior) y su eventual marido, en este caso Miguel Gómez Bao, acompañados de una niña muy particular como Teresita Pagano, que quedó en el recuerdo como una eterna jovencita. 

El director Carlos Rinaldi llevó a la pantalla en 1949, La cuna vacía, película que cuenta la vida del doctor Ricardo Gutiérrez, sobre guion de otro médico dedicado a los niños, Florencio Escardó. Quien encarnó este rol fue Ángel Magaña, acompañado de un gran elenco compuesto por actores de la talla de Ernesto Bianco, Susana Campos, Orestes Caviglia y María Luisa Robledo. La película fue muy bien recibida por el público.

Más allá de la de la biografía novelada de la médica cordobesa Élida Passo comentada en la nota acerca de las Mujeres en la historia, muy poco espacio tuvieron las mujeres en esta profesión. Un caso se dio con La doctora quiere tangos (1949), una comedia ligera donde se reunió a Mirtha Legrand con Mariano Mores, mezclando humor, música y simpatía en este film, dirigido por Alberto de Zavalía. 

En una faz decididamente dramática De turno con la muerte supo narrar la noche de un médico de hospital y sus diversas incursiones en situaciones límite, en la cual se superpone su propia vida no exenta de conflictos y penurias. La personalidad de Roberto Escalada supo llevar a la pantalla este relato donde Silvana Roth hace su aporte sufriente y femenino. 

En la ya mencionada en otras notas El amor nunca muere (1955), le corresponde a Duilio Marzio encarnar a ese médico joven que gracias al esfuerzo de su madre, en este caso Tita Merello, logra no solo consagrarse como profesional, sino acceder a la comunidad médica a través del casamiento con la hija de un catedrático destacado. 

Mario Soffici, director y protagonista, realiza en 1955 El curandero, con una trama melodramática donde se presentan la vieja disputa entre la medicina tradicional y la “no tanto”. La película fue filmada en Catamarca y contó en los roles protagónicos con las participaciones de Élida Gay Palmer, Jorge de la Riestra, Florindo Ferrario y Duilio Marzio, entre otros.

En 1956, al cumplirse un año de la llamada Revolución Libertadora, que derrocó al general Perón, se estrenó Después del silencio, dirigida por Lucas Demare e interpretada por Arturo García Buhr, María Rosa Gallo y Guillermo Battaglia, entre otros. Fue un film calificado de panfletario ya que la historia se centra en un médico contrario al régimen peronista que sufre los avatares de esta situación y que debe socorrer a un obrero que es torturado en una comisaría de su jurisdicción. 

Alberto Castillo (médico en la vida real) fue el protagonista de Nubes de Humo (1959), bajo la dirección de Enrique Carreras, siendo su pareja en la ficción Mercedes Carreras, y con un simpático co protagonista como Francisco Álvarez. La película contó, además, con la participación de Heber y Nélida Lobato, quienes desplegaron su gran talento de bailarines. A su vez, la orquesta de Francisco Canaro acompañó a Castillo al interpretar el tango que da el nombre a la película. 

Alberto Castillo, Actor, Cantante y Doctor.

Hombres y mujeres de blanco (1962), sirvió de escenario más para el destaque de Mercedes Carreras, dirigida una vez más por su marido Enrique Carreras, donde encarna a una médica donde dos colegas se disputan su amor, en este caso Carlos Estrada y el actor español Germán Cobos, ya que se trató de una producción argentina-española. 

 

Nuevamente será Juan Carlos Thorry quien llevará a la pantalla su éxito televisivo, Cándido Pérez, señoras (1962) con el mismo elenco con el que se lo conoció en la serie, Julia Sandoval y Teresa Blasco serán de la partida en este film. 

La fiebre amarilla fue tema abordado en distintos momentos del cine. Dos películas argumentales tomaron esa situación ocurrida especialmente en 1871, donde se produjo el mayor índice de muertes en una población donde ya contaba con gran número de inmigrantes. 

Si bien en ellas no se alude a un médico específico, el hecho tuvo y tiene mucha gravitación, ya que se han desarrollado documentales, incluso hace pocos años.

En el viejo Buenos Aires (1942), fue dirigida por Antonio Momplet sobre guion de Alejandro Casona y Pedro Miguel Obligado. Tuvo como protagonistas a Libertad Lamarque y Luis Saldás en los roles protagónicos, donde el suceso se desenvuelve como  contexto de una historia entre un joven de la sociedad y una cantante. 

Fiebre amarilla (1982), bajo la dirección de Javier Torre, contó con la actuación de Graciela Borges y José Wilker, acompañados por Dora Baret y Sandra Mihanovich. El guion fue realizado por Leopoldo Torre Nilsson y Beatriz Guido. La historia toma como eje el año 1870, que también sufrió los horrores de esta epidemia. 

En 1984 se estrenó Darse Cuenta, basada en una historia real ocurrida durante la última dictadura militar. Luis Brandoni encarnó al obstinado médico que lucha por salvar la vida de Darío Grandinetti (quien hizo su debut cinematográfico) y China Zorrilla en un papel digno de todo elogio. 

Pero más allá de los roles estelares, si hubo alguien que se constituyó de algún modo en el médico de las películas, ése fue Oreste Soriani (¿? – 1969). Papel que cumplió en películas tales como La muerte camina en las calles (1948), Mercado de Abasto (1955), Los torturados (1956), Mi esqueleto (1959). A su vez, en la mayoría de los casos restantes, desempeñó papeles como catedrático, juez, gerente de banco, o presidente de alguna entidad. Tampoco podía faltar aquí, en el relato de esta nota. 

Seguramente la impronta de M’hijo el dotor, título de la obra teatral que Florencio Sánchez realizara en 1903, configura la metáfora de la inmigración del 80 que llegó a la Argentina en busca de la tierra de promisión, lograda por muchos, hizo que estos argumentos fueran de algún modo un homenaje a esas clases sociales que con sacrificio y trabajo obtuvieron ese anhelado sueño.

 


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BIO. 

(*) Mónica S. Incorvaia es docente universitaria. Profesora titular en la Capacitación de Fotografía Documental (UBA-FFyL) que se dicta a su vez en el La Lumière. Docente del curso On Line de Historia del Cine Argentino de La Lumiére. Y profesora en la Universidad de Palermo en el área audiovisual .  

2 comentarios en “Nuestro Entrañable Cine Argentino – La Columna de Mónica Incorvaia

  1. Esta genial el articulo. Un cordial saludo.

    1. Gracias por tu comentario Josepha.

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